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Sonntag, 19. März 2017

La Verdad que Duele

¡Ay, como duele! Quien lo iba a pensar que fuera yo quien tenga que denunciar. No pretendo con esto ni la solidaridad ni el amontonamiento anticubano que no estaría en lo que mi moral me permite. A una amiga mía, muy querida por cierto, las inciertas leyes que han venido siendo decretadas y la corrupción del hombre de a pie le han arrebatado su herencia. Hablo en este caso del domicilio sito: Calle C num. 11, entre 8 y 9, Rpto Agüero, Santiago de Cuba. Quien lo pudiera pensar que por unos cuantos dólares tanto empleados de vivienda como jueces se puedan confabular para pasar el título de propiedad a alguien quien ni a la familia pertenece. Y el peor de los casos que los hijos de esa persona por leyes escritas en el año 2016 queden como herederos de un terreno y una casa que siempre fue propiedad de esa amiga y confidente mía y su familia. Vamos a explicar un poco el caso para que cada quien entienda o malentienda y saque sus conclusiones. El hermano de mi amiga, Roberto Heredia Antomarchí, de forma un poco dudosa muere el 11 de noviembre de 2008. Tres días después de su muerte los vecinos alarmados por el olor a carne podrida y no haberlo visto en los últimos días alarman a la policia quien lo encuentra muerto. Unos dicen que se había ahorcado, otros envenenado y lo familiares para que el dolor sea menos se han inventado que murió de cáncer. En fin, si fue por alguna muerte violenta mi amiga y yo dudamos que lo haya cometido él por sus propias manos. El no era de los bonachones de quitarse la vida sin llevarse a otro por delante. Mi amiga me pidió ayuda en lo que yo pudiera por lo que desde 2014 abogados van, abogados vienen y cual de ellos más inepto o posiblemente involucrado en la expropiación. Sin contar que ni acta policial de la muerte de Roberto ni acta del historial de la vivienda aparecen. El hermano de mi amiga nunca se había casado. En sus años estudiando en Alemania convivió con una polaca, a quien quiso a su manera pero nunca quiso quedarse a vivir lejos de Cuba por lo que ellos tomaron caminos diferentes. Estando en Cuba se echo una querida una señora que le llevaba más de 20 años a quien nunca quiso ni realmente respetó como compañera. Así que dos días vivían juntos y otros diez cada cual por su lado. No voy a negar que no era fácil convivir con ese Roberto por eso cada hermano se mantenía en lo más posible lejos de él. Mi amiga y confidente se llevaba bien con él, quizás porque él le tenía miedo, pero cada uno vivía en mundos diferentes, así que los pocos días que se veían no había razón para falta de respeto ni de una parte ni de la otra. Resulta que en el 2011 la señora, querida de Roberto, se apropia de la casa pagando a testigos que verifiquen que ella era esposa y por tanto derecho a heredar. Y que justificaban que en esos días que ella no estaba en Santiago de Cuba (que digamos esos días fueron tres años que ella se encontraba en Ciego de Ávila según unos viviendo con su hijo, según otros en concubinato con alguien por allá) la hija llevaba diariamente la comida al difunto. Algo un poco ilógico diría yo. Si yo atiendo a alguien diariamente encuentro el cadáver en tiempo y forma y no porque los vecinos se alarmen por la peste. ¿O tendría esa hija algo que ver con la muerte de Roberto? ¿Qué se pueda pensar? ¿Corrupción de un pueblo o corrupción del Estado? Hay que decir que duele. Esa verdad me duele.

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